Andar de Colosos
“Marchan creando una mar de brazos y de piernas, levantando una cortina de terrosa silueta”
REVISTA WRITER AVENUE
Ernesto Rodríguez
4/7/20251 min leer


Por los empolvados caminos
repletos de abundantes desventuras,
se encuentran custodiando el sendero
unas corroídas tablas, de las que cuelgan
manifiestas evidencias de miseria,
sirviendo de famélico refugio
a unas curtidas pieles,
que soportan los embates
del hambre y la desidia.
Marchan los titanes venidos
desde los rurales contornos
de países saqueados por insaciables conquistadores
de lejanas latitudes,
marchan en descomunales cantidades
los hijos despojados de su fortuna;
marchan creando una mar
de brazos y de piernas,
levantando una cortina de terrosa silueta,
tras la cual se esconden
sus espíritus necesitados
de cálidas bienvenidas.
En su decidido andar, por el contrario
son recibidos por las olas del desprecio
desprendidas desde las pétreas soberbias
cundidas en marañas segregacionistas
de agusanadas percepciones;
y su andar de pequeños colosos
no se resquebraja,
enviando cataclísmicos terremotos
que hacen mecer intempestivamente
la apática cuna de la indiferencia.
Sacudiéndose las arenas del ensueño
al paso de los amarillentos destellos
de un pausado amanecer,
con la esperanza tatuada
en sus llorosas pupilas,
los hacedores de caminos
continúan aventurándose más allá
de las imperceptibles líneas
que definen desdibujadas fronteras;
renovando los desvencijados puentes
entre pueblos hermanos,
puentes que han sido invadidos
por el cancerígeno óxido
de falaces nacionalismos.
Y proseguirán con su penitente procesión
cargando sobre sus esqueléticos hombros
el lacerante peso de un caducado régimen
condenado al mortal estoque del colapso;
marcharán por sus hijos e hijas,
por sus padres y madres,
por sus hermanos y hermanas,
perlando su frente con las gotas
que encarna el ansia de lucha,
robándole a la pobreza
las ansias de vivir rebosantes de dignidad,
dejando por los senderos que transitan
la indeleble huella de su testimonio
quedando tallada perpetuamente,
atestiguando como mudo monumento
la resistencia y resiliencia
de esos pueblos eternamente victoriosos.