Chicho

“Chicho, Chicho, Chicho... se escucha llamar en el eco del humilde barrio donde vivíamos”

REVISTA WRITER AVENUE

Emma Luz

3/4/20252 min read

Chicho, Chicho, Chicho... se escucha llamar en el eco del humilde barrio donde vivíamos y una bola de pelito negro, con sus patitas muy cortas, corre hacia mí.

La felicidad era simple, y era lo que había, un cachorro que crecía entre mis brazos de niña.

Chicho fue mi primer perro, lo trajo mi papá en una caja de zapatos.

Era todo negro, mestizo y chiquito. La emoción desbordada desde la primera vez que supe que lo traerían a casa.

—Me lo va a regalar un compañero de trabajo, escuché.

Me acompañó muchos años de mi vida. Cuando se fue al cielo de los perros, mi infancia ya había pasado hace mucho tiempo.

Él tenía su barba blanca y canas por todos lados. Fue muy fiel, como lo son todos los perros, lo dio todo.

Jugamos en interminables tardes azules, remontamos barriletes, pasamos Navidades, veranos. Vio mis rodillas peladas cuando trataba de aprender a andar en bicicleta. Chicho siempre estaba ahí.

Te llamé, Chicho, porque quiero que seas parte de este libro.

Te llamé, pero no reconoces mi voz, porque me buscas siendo de nueve, de diez, de once años, y hoy soy una adulta que trabaja, vive apurada, escribe a veces, toma colectivos y trenes. Dejé el barrio donde nos conocimos. El patio donde crecimos los dos ya no existe, hoy es un terreno donde se levantó un edificio de varios pisos. El álamo de nuestros veranos solo quedó en las fotos viejas que a veces encuentro en casa de mis tías.

En esas fotos están mis padres siendo jóvenes, mi mamá embarazada de alguna de mis hermanas, la pileta llena de chicos del barrio y por ahí, en algún rincón, estás vos, que saliste así, todo improvisado, mirando para cualquier lado con tu hocico largo y tu cola negra de pelo lacio.

Fue la vida que tuvimos Chicho. El amor de perrito que me diste. Recuerdo que bailábamos. Te sacaba a bailar y te tomaba de tus dos patitas delanteras. ¡Cuántos temas musicales, Chicho! Si habremos bailado canciones de Raffaella Carrà...

"0303 456". Jugábamos a hacer radio. También me acompañabas cuando saltaba al elástico.

Te recuerdo sentado en la vereda de la calle de tierra, escuchando mis charlas infantiles, protegiéndome de monstruos imaginarios solo con tu presencia.

Perdón por interrumpir tu sueño eterno, Chicho. Solo quería que supieras que te sigo amando.