Catorce potros
“Menea la cabeza a la vez que avanza con todos los cueros de amarre en su mano”
REVISTA WRITER AVENUE
Araí Simón Correa
4/7/20251 min leer


Confieso que se debe a mi condición de visitante temporario; pero ignoro la razón por la cual, entrado el atardecer, una mujer de emplumada vestidura unge catorce potros más bien jovencitos mientras camina con la espalda curva sobre la orilla.
Menea la cabeza a la vez que avanza con todos los cueros de amarre en su mano derecha cada ocaso que involuntariamente me comparte.
Me gustó observarla; verla perderse en la jornada nocturna durante estas semanas.
Día a día fui creando una suerte de condición patológica (pavloveana, me atrevería a afirmar) en la que me obligaba a sorber el café recién comprado con una cadencia homogénea a la de sus pasos. Al arrastrar sus metatarsos, ella parecía dibujar en la arena símbolos y patrones caligráficos que yo acompañaba con el movimiento ondular de la taza de café producido por la circularidad de mi muñeca izquierda. Mi boca quedaba congelada en su lugar y era la taza la que, motivada a moverse en mímesis a la marcha impertérrita de la mujer emplumada, se posicionaba en mis labios y volcaba su contenido adentro de mí.
Ayer interrumpió su caminata y soltó a los potros solo para susurrar algo. Y a pesar de la considerable distancia que nos asolaba, de alguna manera escuché: "Si te dejas tragar por el mar, me vas a ver siempre".