Desenterrar páginas
“Aquel tiempo de octubre a abril fue tan surrealista como la pasión que teníamos”
REVISTA WRITER AVENUE
Jen C.L.
11/27/20242 min leer
Aquel tiempo de octubre a abril fue tan surrealista como la pasión que teníamos, creo que los meses volaron, y los años también, a veces lo recuerdo como ayer y pasaron mil otoños. Un día cualquiera estaba leyendo historias, escuchando canciones y te encontré entre personajes y en esa canción de Taylor (en la que ella lo recuerda todo muy bien) y no sé por qué, pero de pronto estaba desenterrando el tiempo, lo sostenía en mis manos como a un libro pequeño que estaba aplastado por otros en el último rincón de un estante, y en esas páginas estabas vos y mi antigua versión; aquellos días rebeldes, apasionados y crueles.
Escribo a la intensidad de nuestros encuentros; la energía, los celos y todo lo demás. A los días oscuros con dosis de sexo, risa y amor a destiempo. Un romance corto con la lluvia de octubre y el viento de abril, salidas nocturnas, cigarrillos en el descanso y pasión desmedida. Así éramos y así nos recuerdo. “Nosotros" sin existir y entregados por la mitad; las mentiras grises y las banderas rojas, tu casa, la música y las citas equivocadas. Aun así, fueron meses inolvidables y jamás olvidaré el día que nos conocimos. No me arrepiento de nada, ni de aquel momento cuando todo estalló en mil pedazos, algo más fácil de recordar que de olvidar. Me llevó mucho tiempo escribir un fragmento de aquella locura juntos y elijo quedarme con lo bonito de la historia, pero sin olvidar que en aquella época lo triste pesaba como una roca sobre mi cabeza y la pasión con sabor a veneno devorándolo todo. Jamás volvimos a vernos, no sé de qué manera me recordarás, pero yo encontré en la memoria uno de todos nuestros domingos, era noviembre, vos estabas emocionado jugando al fútbol y yo del otro lado mirándote; sonriendo, llamándote por tu apodo secreto, cómplices y amigos. Ese año tuvo una efímera belleza, oscura y con una atracción melancólica. A veces las decisiones más tristes son las acertadas.