El muerto y la bruja
“Corrientes son las personas que al pasar a su lado la llaman bruja”
REVISTA WRITER AVENUE
Ailen Estefania Lancini
9/28/20241 min leer
Corrientes son las personas que al pasar a su lado la llaman bruja.
Escépticos son los que no pueden apreciar su magia al verla.
Burdas son las palabras que salen de sus bocas para referirse a ella.
Incorrecto es el lugar en que la sociedad las coloca.
Conexión es la que siento cuando la tengo cerca.
Sí, me enamoré de ella. De su forma de ver el mundo, de conectar con las cosas simples, de apreciar los detalles, de cuidar...
Me enamoré de su perfume de sahumerios y de los trozos de flores que acompañan su pelo, de su mirada transparente, de su elocuencia y humildad.
Solo busca caminar tranquila sin que las miradas la apabullen y los dedos la señalen.
La observo pasar caminando por el pueblo, hablando con animales y pidiendo permiso a las plantas para poderlas cortar.
La veo acomodar su cabello en la orilla del río mientras lava sus piedras.
La observó danzar mientras camina por el bosque y no puedo evitar que una sonrisa se me escape. Ella es libre, camina de día y lo hace de noche. Le habla a la luna y sus ojos no dejan de reflejar las estrellas.
Su casa está llena de colores, cristales, texturas y olores. De su pórtico cuelgan caracoles, formas geométricas, plantas secas y llamadores.
A veces creo que me nota, que me siente, sabe que estoy ahí. Ojalá me viera y no solo me escuchara. Desearía que mis pies tocaran la tierra para hacerla sentir muy especial, si yo viviera la adoraría toda la eternidad. Me acostaría en su cama, dejando una huella en sus sábanas. Tomaría su mano y ella la mía, no haría rituales para poder sentirme, ni le hablaría a la nada imaginando mi cara.
No me ve, pero me siente, sabe que estoy ahí, que la acompaño, la protejo, me hago sentir. Traspaso los muros por ella y elijo abrazar la oscuridad en este segundo plano, sacrificando mi felicidad en el eterno paraíso.