El silencio
“Nace el silencio cuando mueren las palabras, cuando el dolor causa una herida tan profunda que no se ve el fin”
REVISTA WRITER AVENUE
Patricia Noemí Bertello
12/21/20241 min leer
Nace el silencio cuando mueren las palabras, cuando el dolor causa una herida tan profunda que no se ve el fin y no hay como expresarlo.
Las palabras se diluyen, desaparecen, ni el sonido gutural de un grito se puede articular. No se piensan palabras, se piensa silencio. Se piensa nada. Ausencia de todo. Y los límites del silencio se ensanchan y se prolongan hasta el horizonte de la memoria y se pierden en el vacío. Cuando el estilete de una palabra ajena punza la herida hasta hacerla sangrar, se recuerdan palabras propias, desarticuladas, aglutinadas, fracturadas, rasgadas que se apiñan desde la boca del estómago y con la fuerza de lava candente comienzan a recorrer los pasillos de la voz. Entonces se activan las alarmas internas acallando a la emoción, se eleva veloz la muralla y antes de que las palabras, en su viaje, sean escupidas con fuerza fuera de los labios, los encuentran acorazados, sellados, inermes. Los ojos se nublan. Los oídos solo escuchan, amplificados, los latidos del corazón.
Las palabras ardiendo continúan en la búsqueda de una salida y quemando todo a su paso chocan contra el cráneo y se reviertan, se licuan en una explosión sorda. Otra vez, ganó el silencio.