El viaje interior

“El eco de su voz se escuchaba cada vez más claro, hasta llegar a ser una voz completa”

REVISTA WRITER AVENUE

Florencia Amarilla Moya

9/28/20243 min leer

Desde que las cosas en mi vida empezaron a resonar cada vez más fuertes, como el sonido de las campanas en la iglesia, un llamado a descubrir sobre el mundo esotérico y espiritual estaba resurgiendo desde mi interior.

Pero esta vez no era un simple gusto hacia esas cosas, sino que, más bien, era el momento de profundizar y de conocer más sobre ese plano celestial. El eco de su voz se escuchaba cada vez más claro, hasta llegar a ser una voz completa, que pronunciaba las palabras con dulzura y sosiego. Como un imán que atrae a un material, así me sentía entre la materia de mi cuerpo y ese plano intangible separado por un gran velo. Sabía que podía sentir esas energías, pero no podía tocarlas ni verlas. Me atraían involuntariamente hacia ellas, para entrar en un estado de consciencia, que va más allá de ese soldado terco que busca la razón. Ese que se esconde detrás de un muro, sin soltar el escudo ni cambiar de lugar, cuando quiere apuntar con la mira.

Los presentimientos eran reales, podía sentirlos en mi estómago, retorciéndose y queriendo gritar, pero sin tener la voz para que yo pudiera escucharlos. Hasta que empecé a descifrar esos dolores curiosos e incómodos.

Observaba las situaciones agobiantes y trataba de encontrar el centro de la balanza, para no tirar todo a un extremo. Debía encontrar la calma en mi mente y la liberación de mis emociones. Dejé de lado el laberinto de los pensamientos, que arrastran desde el miedo, y empecé a prestar más atención a lo que me hiciera sentir en paz conmigo misma. Sé que el sufrimiento, si no lo evitamos, trae sabiduría. Y no es un enemigo, si viene a enseñarnos algo que es necesario aprender. Nuestro mayor tormento es el ego, como parte del todo en la vida. Es como una bola rabiosa que nunca se cansa y jamás está satisfecho con nada. Creo que el infierno es no poder adiestrar a ese ego, que envuelve la cabeza como una toalla y sólo te tapa los ojos para que hables y obedezcas. Todos tenemos ego, pero creo que pocos nos atrevemos a adiestrarlo.

"Una persona que perciba la verdad en su alma, comprende mucho más que cualquier teólogo, cuyo conocimiento provenga de libros y de áridas disertaciones intelectuales".

La sabiduría de Paramhasa Yogananda, pp. 54, texto 5.

Podemos descubrir nuestra alma y cambiar la percepción de las cosas en la vida, siempre y cuando estemos dispuestos a explorar hacia nuestro interior, pero sobre todo llevar esas lecciones y aprendizajes para ponerlos en práctica, porque si no el aprendizaje no existe. Me di cuenta de que buscar la armonía entre los pensamientos y las emociones, es un gran desafío, pero si escuchamos un poco más a esa voz que habla bajito, con dulzura y paciencia. Las cosas podrían llegar a ser más sencillas de lo que creemos. Confirmé, una vez más, que todo lo que practicamos, nos enriquece realmente y aprendemos de verdad. Es algo que nos queda para siempre. Creo que no aprendemos, si la duda no es protagonista de las cosas que ve, observa, lee y escucha.

Si tenemos miedo a cuestionarnos y le cerramos la puerta a nuestra verdadera identidad, a nuestra esencia más pura y real; nunca vamos a saber quiénes somos. Si nos negamos a reconocer y a aceptar nuestras sombras, no nos damos la oportunidad de conocernos y de aprender a elegir, desde el alma y no desde la conveniencia.

Aprendí que, en ocasiones, reprimir o negar algo es no querer aceptarlo, porque la realidad puede ser realmente cruda y dolorosa para cualquier persona. Pero sería más doloroso callar a la intuición, para seguir resistiendo y no enfrentar ese dolor y miedo que nos obliga a actuar. Es ese soldado terco, que busca la razón y nunca quiere escuchar a nadie ni tampoco callarse. Los caminos de la intuición pueden ser diferentes, pero si vamos a recorrerlos hasta el final, no debemos olvidar que las curvas nos llevan hacia un mismo lugar. Creo que todo tiene un propósito, una sincronía y una sintonía que acomoda las fichas en el tablero de este loco viaje llamado vida. Desarrollar esa experiencia intuitiva, es aprender a mirar el todo con simplicidad y agradecimiento.