Encadenada
“¿Qué es lo que me ata a alguien? Es como si a veces forzara ese famoso hilo rojo y me quisiera convencer de que ahí es”
REVISTA WRITER AVENUE
Mar Cipollone
8/31/20242 min leer
¿Qué es lo que me ata a alguien? Es como si a veces forzara ese famoso hilo rojo y me quisiera convencer de que ahí es.
Tal vez hay miles de razones para irse, pero hay mil y una para quedarse (o me las invento).
Ni mirando el mar este se lleva el recuerdo de su mirada, ni sintiendo el fuego este se lleva la sensación del calor de su cuerpo y mi cuerpo, ni el sonido del viento me hace olvidar el de su voz, ni la firmeza de la tierra se compara con la de su carácter a veces. Estoy atascada.
¿Qué es lo que me ata a alguien? De repente me surge una intriga, o una posible respuesta, ¿serán los recuerdos? ¿El vivir siempre en el pasado y desear un presente diferente? Para la filosofía estoica, por ejemplo, eso es motivo de infelicidad, y ya lo sé, lo siento. Pero a pesar de que lo intento, de que le pongo aventura a esta realidad para enfocarme en el acá y ahora, ahí está...
Le veo a donde voy. Y como si el destino se burlara de mí, siempre alguna palabra que leo, o alguna imagen que veo, algo que sale en alguna charla, me trae de nuevo su representación a la mente. Quizás es mi culpa también. Quizás soy yo la que va tan atenta en el día a día a señales o cosas que me hagan creer que aún estamos unidos. Puede que sea la manera que tengo para no dejarle ir del todo.
¿Qué es lo que me ata alguien? ¿Es acaso la forma en como me hace sentir? ¿Como si transitar por este camino terrenal llamado vida fuera un poco más ameno? ¿Como si dependiera de otra existencia para darle sentido a la mía? Que haga latir mi corazón para saber que estoy viva puede ser la razón. Será que saberme acompañada, me hace pensar que estoy menos sola. El problema es… que cuando desaparece esa figura, me derrumbo. Y mis ruinas simplemente yacen ahí. Me cuesta reconstruirme. Soy muy frágil. Sentir así me hace frágil. Y qué ironía porque sé que soy solitaria, pero no nací para vivir en soledad (o al parecer sí, pero no es lo que deseo).
Sigo analizando… ¿Qué es lo que hace que esté aferrada a alguien? Se me ocurre que el conocimiento con el que me pueda nutrir. Como una niña, la curiosidad me aflora por todo. Y que ese alguien satisfaga el rinconcito de mí que cuestiona todo y quiere conocer y entender, me enriquece. También se alimenta y regocija mi niña interior con las historias. ¡Cuan embelesada quedo cuando oigo narrar! Entonces… ¿Es que mi yo pequeña es la que se encapricha y no quiere soltar? Ella no concibe que su juglar ya no esté.
Inhalo, exhalo y me pregunto por última vez: ¡¿por qué me encadeno a alguien?! Y justo ahí está el veredicto. “Me” encadeno, lo que me ata a alguien soy yo misma. Nadie me obliga a quedarme estancada. Nadie más que mi propio cuerpo y mente. Lo que significa que no tengo escapatoria, quedaré encallada para siempre…