Escribir es de monstruos

“Un escritor que no escribe es un monstruo, yo ya lo sé, me di cuenta cuando empecé a plantearme quemar el escondite con mi hijo dentro”

REVISTA WRITER AVENUE

Carmen Campo

11/7/20241 min leer

Un escritor que no escribe es un monstruo, yo ya lo sé, me di cuenta cuando empecé a plantearme quemar el escondite con mi hijo dentro. Sostengo una caja de cerillas delante de la cabaña y el bidón de gasolina vacío grita obscenidades con mucho sentido sobre mi privilegio como creadora dentro y fuera. “Es culpa tuya”, grita sin voz, “No podrías haberlo hecho peor ni queriendo”. El humano más vil que ha osado respirar en mi presencia duerme, aun siendo consciente de que los familiares de las mujeres a las que se llevó por delante no lo harán más.

Está huyendo y no sería verosímil que lo encontraran ahora. No les culpo, entiendo que sea difícil, porque lo hice muy inteligente, pero ya resulta tan antagónico que ni siquiera es gracioso. Me avergüenzo de haberlo traído yo al mundo. Solo tengo que desatar el fuego. La fina capa de gasolina sobre la madera refleja la luz de la luna y me detengo en eso. No sé si crearlo me da derecho a darle un final así, aunque ahora no encuentro otra salida del hoyo en el que me he metido. Tenemos que hacerlo. La cabeza de la cerilla se desliza, sin mucha seguridad, al mismo tiempo que el bolígrafo, y, por fin, lo mato, o bueno, lo mata ella. La madre respira profundamente porque sabe que ha hecho lo correcto, y yo, desde mi casa fría, también. Cierro la libreta. Kafka tenía razón: un escritor tiene que escribir, aunque esto lo haga un monstruo.