Idioma gutural
“El motor de la heladera se detiene, una especie de explosión, además de las de afuera, se escucha desde la cocina”
REVISTA WRITER AVENUE
Denise Saul
11/7/20242 min leer
Flora maúlla y Anna lamenta no haberla encontrado a tiempo. El motor de la heladera se detiene, una especie de explosión, además de las de afuera, se escucha desde la cocina. El plato con la torta se estrella contra el piso, o quizás haya sido la jarra de jugo. Los escucha masticar, deglutir, hablar con la boca llena en ese idioma gutural, tan distinto al de ella. Risas, golpes, gritos. Otro estallido y agua que cae, tiraron el florero de jazmines recién comprados. Le queda poco tiempo, casi nada. De la cocina a su habitación son exactamente veintidós pasos, los contó con Rosa, su sobrina, hace unos días cuando le prestó su cama y la esperó hasta que se durmiera para volver a la fiesta. Veintidós pasos, si tiene suerte y son menudos como ella, cosa que duda. Serán quince o menos para ellos. Las risas van en aumento. Cama con respaldo empotrado, lo mismo que las mesas de luz y el mueble de la televisión. Ni una silla que haga de palanca y trabe la puerta. Algunas cajas de zapatos, ropa, nada pesado alrededor, excepto ella misma. Las llaves de la habitación desaparecieron el día que se separó de su marido. De qué servirían, se pregunta, de todos modos, si rompieron la puerta de entrada como si nada. Pasos que se acercan, siente el primer tirón. Hablan. Uno da las órdenes. Flora maúlla en sonido eterno. Eso, a Anna la debilita, y suelta la manija. Es un segundo que casi pasa, pero su hombro izquierdo y cadera caen encima de la puerta. Se aprieta contra esa madera que, hasta ayer, solo servía para aislar los ruidos de la PlayStation de sus hijos, quienes hoy están con su ex. Fuerza, fuerza, se dice y un crack en el hombro. Le duele, pero no debe separarse de la puerta. Voces. Flora es silenciada. Van tres horas de apoyar la espalda, los dos pies, el hombro roto. Se le entumecen las manos. Anna, fuerza, repite. Murmullos del otro lado de la ventana. Estallidos, disparos. Nuevas voces. Adentro, queda alguien con vida, dicen en su idioma materno. La única hasta ahora, agregan. Anna suelta la manija, se aleja de la puerta y se deja caer.