La entrada

“Dejo que el sol entre en la casa, para dorar tus manos dispuestas en el piano”

REVISTA WRITER AVENUE

Dánae Reynoso Reynoso

11/7/20241 min leer

Dejo que el sol entre en la casa,
para dorar tus manos dispuestas en el piano.
Guardo memoria de mis impresiones,
dejas tus miedos infantiles afuera y abres la puerta:

Cuando tu deseo se ahoga alrededor de mi cuello,
cuando sobre tu presente se dibuja
un estado de ánimo puramente mental y temporal,
la luz de la entrada se va frenando,
donde la religión se hace artificial.

Me invita a interrumpir nuestros hábitos,
me invita a suspender nuestros planes.
Me tomas por sorpresa,
me atas con fuerza al mástil de tus dedos,
con el que cerramos la puerta.

Al cerrar la puerta tomamos la rienda,
tomamos la luz en nuestras manos,
la despedazamos y la devoramos.
Dejamos que sus ondulaciones
se formen y se propaguen
en la superficie de esta casa profunda.

Caos y calma es su estancia.
El olor de las paredes enciende la luz del futuro,
que se abre en tu mirada rojiza,
mirada que significa acariciar sus paredes.
y no solo recorrer el cuerpo, sino también,
despertarlo.

Hago trampa ―ergo, tu mirada me seduce―,
veo en el temblor de tus manos, en las yemas
de tus dedos con las que sostienes el filo del cuchillo,
el temblor de tus manos que abren y cortan
como una gran interrogante a la que ninguno responde.