Problemas de audición
“Los problemas auditivos son infinitos, quizá tan infinitos como la cantidad de personas que los padecemos”
REVISTA WRITER AVENUE
Miriam Angélica Osuna Gallur
8/31/20244 min leer
¡Hola! Mi nombre es Miriam, tengo 49 años y tengo problemas de audición... Durante mi nacimiento, los médicos utilizaron fórceps, lo que al parecer me ocasionó una malformación en el oído interno y a pesar de nacer escuchando perfectamente, con el paso del tiempo he perdido la capacidad de escucha en ambos oídos. Esto me llevó a desarrollar la habilidad de leer los labios casi de manera inconsciente desde que era niña. Hoy en día, puedo mantener una conversación, siempre y cuando pueda ver de frente a las personas. Por dispositivos electrónicos es más complicado comunicarme, puedo hacer uso de audífonos o medios tecnológicos, pero no siempre obtengo el mejor resultado.
Lo anterior me ha generado algunos conflictos en lo personal, pero principalmente en el ámbito laboral. Desde mis primeros trabajos he tenido que enfrentar quejas por parte de mis compañeros, ya que les molesta no poder comunicarse a distancia conmigo o tener que repetirme las cosas. Algunos, sin conocerme, me han juzgado de ser mal educada por no responderles el saludo o no contestarles cuando se dirigen a mí desde lejos o caminando por los pasillos.
Recuerdo una ocasión en que un compañero se quejó con nuestra jefa, diciéndole que tenía la impresión de que lo estaba provocando, ya que siempre que me acercaba a él le veía fijamente los labios como queriendo besarlo y eso lo hacía sentir muy incómodo por ser un hombre casado. Afortunadamente, nuestra jefa, es también mi amiga, le explicó que leo los labios y todo quedó en una broma que nos duró un buen rato. He tenido experiencias chuscas, pero otras desagradables.
He perdido muy buenas oportunidades de trabajo por no entender o malinterpretar lo que me dicen durante las entrevistas. La pandemia no mejoró las cosas, el uso de cubrebocas, la comunicación vía remota, la falta de interacción personal, puso más barreras para las personas que no escuchamos bien. Por otra parte, debo admitir que cuando las personas han tenido la amabilidad de conocerme, he recibido muestras de solidaridad y cariño de las cuales estoy profundamente agradecida.
Actualmente, llevo 3 años viviendo en un pequeño pueblo buscando una vida más tranquila, lejos del tumulto de las ciudades, en busca de una vida más sencilla, sin tantos recursos tecnológicos y donde se fomente la convivencia y el desarrollo en comunidad. A pesar de que estos principios se difunden constantemente por medios de comunicación y redes sociales, la realidad no es muy distinta a la de otros lugares.
En el tiempo que llevo aquí he recibido algunas oportunidades laborales, las cuales agradezco, pero también me he enfrentado a muchas negativas: Me han entrevistado en varias empresas y negocios en los que logro avanzar en el proceso, pero al momento de mencionar mi problema de audición, me dicen: ¡gracias!, ¡lo vamos a considerar!, o simple y abiertamente ¡preferimos buscar a alguien “más capacitado”, pero te tendremos como segunda opción! Puedo aceptar negativas, cada uno es libre de contratar a quien considere mejor para su empresa o negocio, pero esta experiencia en verdad me indignó: Publicaron una vacante, me comuniqué con la empresa, me hicieron un par de preguntas y finalmente me dijeron que era indispensable una entrevista. Les respondí que sin problema podríamos concertar una, pero que consideraba importante que supieran de mi problema auditivo. Para mi sorpresa, después de explicarles mi situación, la empresa dejo de responderme, ni siquiera un: ¡lo siento no cubres el perfil!, ¡lo vamos a pensar y te llamamos! Nada, absolutamente nada… me dejaron a media conversación sin decir una sola palabra. Creo que no hay mayor ofensa que la indiferencia, más allá de la inclusión, es una cuestión de educación.
Estaba tan molesta que pensé en hacer una publicación en el medio donde pusieron el anuncio, quejándome abiertamente del comportamiento de la empresa, pero después pensé que solo quejarme no serviría de nada. Así que decidí mejor escribir esta nota, no con el fin de crear empatía y mucho menos lástima, sino con el solo propósito de generar un poco de conciencia. Los problemas auditivos son infinitos, quizá tan infinitos como la cantidad de personas que los padecemos. Cada padecimiento es distinto y cada persona que lo padece es diferente.
Hay quienes nacen sordos, hay quienes pierden la audición al envejecer. Hay quienes aprenden el lenguaje de señas, hay quienes desarrollamos leer los labios. Algunos nacemos escuchando perfectamente y poco a poco vamos perdiendo la capacidad auditiva, otros la pierden instantáneamente, ya sea por enfermedad o por el trabajo que han desempeñado durante toda su vida. Hay quienes se adaptan a utilizar aparatos auditivos o implantes, pero algunos no logramos adaptarnos, en fin… son muchas las circunstancias que se presentan con respecto a los problemas auditivos. Es por eso que quise compartir mi experiencia, para invitarlos a que, si una persona sorda o con problemas de audición se presenta en su vida, no se basen en estereotipos para entenderla, dense la oportunidad de conocerla, de conocer su situación, sus limitaciones, pero, sobre todo, aprendan de sus posibilidades.
La verdadera empatía y la verdadera inclusión solo pueden lograrse a través del conocimiento, el interés, la comunicación, pero, sobre todo, el respeto.