Reseña del libro: El Principito

“En el inclemente desierto del Sahara, un aviador perdido y un enigmático muchachito entablarán una amistad destinada al recuerdo y la nostalgia”

REVISTA WRITER AVENUE

Giulliana Torres

4/8/20252 min leer

“El principito”, del piloto militar francés Antoine De Saint-Exupéry, es una novela escrita y

publicada en 1943, a modo de reflexión ante los estragos de la Segunda Guerra Mundial. La historia evoca los recuerdos del protagonista y su peculiar encuentro con un niño rubio, vestido de traje, que precisa retornar a su hogar, el Asteroide B612, tras un año de haber explorado el mundo exterior.

El planeta del Principito es pequeño. En él crecen los baobabs, hierbas malas que debe arrancar constantemente, pues suponen una amenaza para su rosal. También habitan tres volcanes que debe deshollinar semanalmente y que le sirven como chimeneas cuando entran en erupción. Pero lo verdaderamente fantástico de su hogar es poder presenciar cuantas puestas de sol quiere solo con mover su silla de un rincón a otro. Estas cuestiones mantienen al Principito entretenido, hasta que, un día, brota de su rosal una rosa distinta a otras. Es muy vanidosa para aceptar menos cumplidos del que merece y muy orgullosa para admitir que necesita de él para sobrevivir, pero el niño la ama y procura cuidarla hasta el día que debe partir.

Durante su viaje de exploración, visita el planeta de un rey que se cree importante, pero que solo se gobierna a sí mismo. También conoce el planeta de un hombre vanidoso, con quien no puede conversar porque es sordo ante cualquier otra cosa que no sean alabanzas. Después visita el planeta de un hombre de negocios que se cree rico solo porque anota la cantidad de estrellas que “posee” en un papel.

Esta gente es absurda y superficial, y el Principito solo busca a alguien con quien sentirse menos solo. Entonces visita la Tierra y, en ella, conoce a un zorro que le enseña que la amistad proviene de una “domesticación”. Es decir, de una necesidad mutua.

“Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo”.


Posteriormente conoce al aviador, a quien le pide que le dibuje un cordero para que proteja de las malas hierbas a su rosa, a quien extraña más que a nadie. Y, despidiéndose de él como con el zorro que conoció alguna vez, deja un vacío agridulce en el corazón del hombre, quien finalmente logra reparar su avioneta y volver a casa.

Esta novela es una crítica a la frivolidad con la que vemos el mundo conforme vamos creciendo, dejando olvidados a nuestro niño interior y, especialmente, a nuestro sentido como seres humanos. Nos recuerda que “lo esencial es invisible para los ojos”.