Sinfonía subterránea en Sol
“La melodía comienza con un golpe metálico, seguido de una nota aguda, robótica”
REVISTA WRITER AVENUE
Almudena Souto Pereiro
8/30/20241 min leer
La melodía comienza con un golpe metálico, seguido de una nota aguda, robótica. Luego, la percusión de suelas de goma contra el suelo. Se escucha, también, desvaído, un sonido grave de viento, como si estuviera lejos o detrás de una ventana traslúcida. Un dúo de cuerdas mecánicas. Una baja, la otra sube. La orquesta se diversifica entonces en numerosas direcciones, conduciendo a diferentes sonidos. Los pasillos recuerdan a las patas de una araña muerta y nosotros a las hileras de hormigas que se ven surcar el asfalto en verano.
Solo unos pocos buscamos con la mirada Las Rosas. El eco magnifica un tintineo de risillas, jóvenes propietarios de mejillas sonrosadas y despreocupadas melenas en las que se esconden pendientes brillantes y que adornan lazos de colores de camelia.
No tardan en alejarse distraídamente, casi flotando. Ellas y cientos más, a lo largo de varias horas, de la esquina en la que un solo de violín asciende helicoidalmente, arremolinándose hasta inundar los pasillos que en ella confluyen, reverberando en las sucias paredes de Sol. Dejo el violín en su funda, todavía vacía, para descansar el hombro y descansar de Beethoven. Ayer en Ópera estas alturas ya tenía, cuánto menos, tres euros. Quizás a la gente de Sol no le guste Beethoven. Quizás a la gente de Sol sí les guste la música, pero les disguste yo.