Sobre piedras colorizas
“Hubieras preferido encontrar algún mineral o vidrio destacable y dárselo para que se sintiera mejor”
REVISTA WRITER AVENUE
Araí Simón Correa
1/31/20252 min leer


Hubieras preferido encontrar algún mineral o vidrio destacable y dárselo para que se sintiera mejor. Alguna calaíta abajo del zapato, algún zircón desperdigado en barro o al menos un jaspe bañado de rocío. Piedras colorizas les decías. Pero no apareció ninguna.
Tampoco podías perder tanto tiempo buscando porque parecía estar apurada. Las personas que prefieren flotar no buscan nada.
Hubieras preferido hablar y hablar. Preguntarle todas esas cosas que no entendías sobre los bichos, sobre las lluvias, sobre los aviones, sobre los trenes, sobre las personas. Seguro te hubiera explicado algo. O aunque sea, te hubiera mirado a los ojos y te hubiera dicho no; no tengo la más puta idea de nada de todas esas cosas. Estoy igual de perdida.
Eso también hubiera estado bien. También te hubiera hecho sentir menos solo. Las preguntas que prefieren enmudecer no se callan nunca.
Hubieras preferido no quejarte tanto. No reclamarle a cada metro que tenías hambre, que tenías sed, que te dolía la cabeza, que te dolían los pies, que ya no querías caminar y que te alzara. La hubieras abrazado, le hubieras sonreído, hubieras encontrado alguna piedra coloriza.
Cuando te levantaste y la viste, lo primero que pensaste fue que había aprendido a flotar. Gritaste sorprendido y eufórico que tenías una mamá flotante. Pero ella no te respondió. Las caminatas que prefieren ser lentas y vertiginosas jamás tienen destino.
Hubieras preferido mantener la boca cerrada. Hubieras preferido darte cuenta de la soga sucia que habías encontrado en el camino y que ella había guardado. Hubieras preferido entender por qué antes de dormir te había hecho masajitos en la frente con la mano temblorosa y la mirada ahogada.
Parece que prefirió flotar a seguir con la caminata que empezaron. Quizás esa era la única conclusión a la que podría llevar cualquier camino que emprendieses con ella. Quizás, muy lejos de este lugar, haya algún ametrino fundido en maleza, alguna turmalina disimulada entre tallos o, en todo caso, una larimar sepultada por arena. Pero las piedras colorizas que prefieren aparecer no existen.