Un golpe seco

“Se agarra la cabeza y como si se tratara de un segundo corazón, Mercedes la siente latir”

REVISTA WRITER AVENUE

Denise Saul

8/31/20242 min leer

Se agarra la cabeza y como si se tratara de un segundo corazón, Mercedes la siente latir. Agitada, intenta respirar hondo para estabilizarse, pero no lo logra. En posición fetal, planea cómo llegar hasta el baño para tomarse el calmante, ese que el médico llama de rescate, porque los analgésicos habituales hace horas que no le hacen efecto. Ella ya lo sabe, nada sirve cuando está así, pero se propone intentarlo. Abrazada a sus rodillas, abre un ojo y la luz del día se le clava en la retina. Lo cierra y estruja las sábanas con ambas manos, pero las corre con violencia en el instante en que el aroma a flores silvestres ―así dice en el envase del perfume de ropa―, le penetra dentro de las fosas nasales hasta darle arcadas. No lo puede evitar, las verduras que comió al mediodía le suben por la garganta en forma de ácido. Las traga una, dos, tres veces. Pronto llegarán Belén y Andrés del campo de deportes y no sabe cómo hará para recibirlos. Las voces de todo lo que probó para el dolor alguna vez: biodecodificacion, reiki, registros akashicos, además de psicólogos y medicinas tradicionales; retumban desorganizadas en la habitación. Se tira de la cama y cae de rodillas al piso. Se arrastra por el pasillo y recién se incorpora con las manos apoyadas sobre el inodoro. Levanta la tapa y vomita a chorros. A lo lejos, murmullos que van acercándose. Mercedes abre los ojos y unos zapatos de lengüeta, adornados con hebillas, se apoyan sobre los adoquines que ahora decoran su baño. Pese al dolor, intenta levantar la cabeza y un hombre de medias largas, casaca de brocado roja con ribetes dorados, chaleco con botones a tono y pantalones ajustados hasta las rodillas, se lo impide. La sujeta a algo, ya no puede erguirse. Desde ese nuevo ángulo, los zapatos con hebilla, las medias y las espadas parecen multiplicarse hasta el infinito. Alguien más se acerca y grita en otro idioma, quizás francés. Un ruido a metal le da escalofrío. Lo que sigue es un golpe seco. Mercedes aliviada ve como chorrea la sangre del cuerpo sin cabeza que descansa apoyado sobre la guillotina.