Una ciudad seca

“Hubo lágrimas un día, cayeron de quienes estaban de antes”

REVISTA WRITER AVENUE

cele aichino

4/7/20251 min leer

Ha llegado al mundo, se ha ordenado se ha asentado ha tenido lugar, una ciudad.
Un caos estandarizado, con la ficción en orden.
(Inger Christensen, Eso)

una fecha de fundación
un prócer

la ciudad tuvo su aniversario
su plaza principal
su edificio de gobernación
su iglesia

no podía faltar la iglesia
la plaza tuvo su estatua
sus bancos
sus palomas
es una plaza seca
como seco es el corazón de sus gobernantes

cruza un río la ciudad
una vena que riega la tierra seca
como seca la mirada de sus habitantes

pero
hubo lágrimas un día
cayeron de quienes estaban de antes
las fueron dejando caer en su desplazamiento
como antes dejaron caer sus semillas
como antes nutrieron esta tierra
no todos se fueron no
quienes quedaron fueron sometidos
su lengua fue conquistada
se secó como se secó la tierra
como seca es la plaza
como secos los ojos de sus habitantes

como secos los corazones de los gobernantes
se secó la lengua
pero no del todo
algunos chasquidos humedecieron
la boca de algunos
abuelos que pronunciaron bajito algunas
palabras agua
bajito como el río que cruza la ciudad
bajito su nombre
se cruza a pie
bajita su vegetación y espinosa
hecha de amores secos
se cruza agachado
bajito

a veces llovía en la ciudad
llovía y se ensanchaba el cauce del río bajito
llovía y las espinas y amores secos
dejaban lugar a pequeñas hojas lustrosas
llovía y el agua del cielo se hacía una con el llanto
llovía y la plaza seca no alcanzaba a mojarse
ni los ojos de los habitantes
ni los corazones de los gobernantes
ha llegado a la ciudad
se ha desordenado
se ha precipitado
ha tenido lugar
un diluvio
un caos imprevisto ha anegado la ciudad
ha arrasado la lluvia con la plaza seca y su estatua
la casa de gobernación
sus calendarios y los corazones secos de sus gobernantes

el cauce del río se ha ensanchado
y ya no pudo cruzarse a pie
y ha arrasado con la vegetación de espinas y hojas lustrosas
ha arrasado los amores secos
ha barrido la iglesia y su cruz
ha crecido el río hasta aullar torrentosa la lengua prohibida
ha arrastrado bancos y ramas
y ha humedecido el chasquido que

grita profético los nombres olvidados