Una querida y vieja amiga
“Fue como el bebe humano número 6.371.133.817 desde la cuna advirtió sobre alguien llamado muerte”
REVISTA WRITER AVENUE
Ovián Márquez G.
3/4/20251 min leer


Fue como el bebe humano número 6.371.133.817 desde la cuna advirtió sobre alguien llamado “muerte”.
“Camina lento y pisa despacio”
… y con ella todo acababa.
Siendo un niño recordaba entonces jugar entre los columpios o el tobogán; aunque más temía ir a tropezarse y luego fallecer. Así que prefería esperar sentado en el arenero hasta que uno de sus padres llegase a buscarlo.
Creció y se hizo muchacho, luego adolescente, huyendo del rondar nuevas experiencias (ejemplo a una chica poder besar) no fuese a conducir el vano intento a la mismísima sepultura.
Como joven tampoco disfrutó sus estudios y ya de adulto el repiqueteante segundero de la muñeca absorbía más tiempo del que su jefe prometía pagar.
“La Vida era como una carrera tratando de ganarle”.
Jubilado pensó, ahora sí, disfrutar del patrimonio amasado, ¿Total cuanto quedaba por perder? Pero cierto era, yacía muy enfermo para aventurarse a conocer el mundo/sus gentes, comida o tradiciones.
De anciano y sin pelo ni diente alguno, solo en compañía de las blandas arrugas, una tarde cerca del parque, aquella gélida mano en forma trémula rozó mi hombro.
—¿Por qué demorasteis tanto? —pregunté.
—Siempre he estado aquí.
—¿Eh? —Retrocedí —¡Mientes! ¡Nunca te he visto!
—No necesitabas ver, ni cuando naciste o al crecer; tan siquiera cuando vuestros hijos rogaban por salvarte de aquel infarto.
—¿Cómo?
—Vamos ya...